Marcelo Ebrard se queda en Morena, pero sea aleja de los liderazgos de la dirigencia nacional; al ni siquiera, mencionar a Mario Delgado en su sermón de acatamiento a Claudia Sheinbaum, al anunciar: "Veo un entendimiento sobre una línea política distinta basada en diferencias”. Se entiende que simulará una disidencia al interior de Morena para obtener espacios, para quien lo siguieron en su aventura por pretender alcanzar la candidatura a la presidencia.

Marcelo Ebrard sale perdiendo en esta lucha, que desde un principio debió de saber que estaba perdida, pues la candidata del AMLO es Claudia Sheinbaum.

Ebrard se conformó con que Morena haya reconocido sí hubo “practicas indebidas” en la elección de Sheinbaum, pero no suficientes para repetir el proceso.

Posiblemente haya habido acuerdos con Claudia Sheinbaum para que permaneciera en Morena, pero los acuerdos que hayan acordado, con el paso del tiempo se volverán frágiles y en cualquier momento se pueden romper por la dinámica de la política.

Por su parte Morena debe festejar que Marcelo se quedó, pues con él en otro partido se pudieron dar muchas fugas de votos que aunados con los de Frente Amplio pudieran fortalecer a la oposición para la obtención de diputaciones y senadurías; posiciones que Morena requiere para ser mayoría en el congreso y de esa manera pavimentar el camino para las futuras reformas constitucionales.

Marcelo le deseó suerte a Dante Delgado con su partido Movimiento Ciudadano y con sus candidatos de “medio pelo”, que entre los que destacan Samuel García, que, según algunos observadores, dicen que será útil para distraer votos en el norte y de esa manera borrar al Frente Amplio en la región de Samuel García.

CD/MF