Feb 18, 2022 / 10:56

Carlos Loret o el que esté libre de pecado…

Desde la parroquia

Mar Morales

Más allá de la inmoralidad que a todas luces representan los presuntos ingresos de Carlos Loret de Mola hay un verdadero problema de fondo: el gremio periodístico peligra.


Sin que usted me tache de traidora o apasionada o peor aún, de querer victimizarme, le diré que pensé mucho para dar mi postura respecto al tema tan llevado y traído que ha ocupado los medios de comunicación en los últimos días: las diferencias entre Loret de Mola y el presidente Andrés Manuel López Obrador.


No es que esté bien o mal que Loret gane mucho, el tema va más allá.


Como comunicadora me levanto cada día dando gracias por estar viva y con seguridad muchos de los colegas y amigos que me lean pensarán lo mismo.


Vivir de la pluma, el micrófono y la cámara no es fácil: se gana mal, se trabaja mucho y se arriesga demasiado. Hablo, por supuesto, del periodista común, del ciudadano de a pie.


En esta profesión, aunque suene cursi, se necesitan costales de amor y de pasión.


Si Loret se ha hecho multimillonario y no sabemos (o no lo sabemos de cierto) de dónde salen tantos ceros a la derecha en sus cuentas bancarias, sí sabemos que el periodista, como muchos (sería arriesgado a decir que todos) se ha ganado un lugar, bueno o malo, entre el gremio.


Al menos es conocido, pues.


Particularmente no me gusta su estilo, pero él, a diferencia de muchos , nació en familia privilegiada, con posición social privilegiada. Carlos no ha sido “banquetero” ni ha tenido que esperar un raquítico aguinaldo y menos favorecido salario.


Le pagan “los poderosos” porque de ahí nació, porque son sus cuates, porque los conoce bien. Punto.
Llámeme clasista, elitista o, en contraparte, resentida, pero las cosas son así. Carlos recibe dinero, chayo, convenios o como le quiera llamar de esos grupos de personas que tienen muy alto poder adquisitivo y que tienen, por lo mismo, muchas cosas que “tapar” y muchas ganas de atacar.
Pero Carlos no es el único.


Si hacemos una lista de los personajes que, posicionados en los medios, han hecho uso de ese “cuarto poder” para echarle tierra a otros personajes porque les pagan para eso, no acabamos jamás.


Lo mismo los que cobran por elogios, por aplaudir como focas lo que nada tiene de aplaudible.


Con más de 30 años en este negocio he visto de todo, desde los que nos hemos quedado sentados en una banqueta esperando la nota y cuando mucho, si bien nos va, nos regalan un café o un desayuno, hasta los que se quedaban sentados en una camioneta de lujo esperando les dieran una maleta repleta de billetes y salían de lo más felices. Quienes vivieron las épocas de Fidel Herrera (por citar solo un gobernante) aquí en Veracruz no me dejarán mentir, aunque la memoria es corta y más cuando hay cola que puedan pisar.


“El que esté libre de pecado…”, dicen.


Hoy nos espantamos, nos escandalizamos y queremos satanizar a alguien por el solo hecho que fue el mismo presidente de México quien lo señala como corrupto, vendido o desleal.


Esa es la diferencia.


El presidente lo dice y antes los presidentes lo “tapaban” y obviamente nos da “el telele” por semejante “abuso de la autoridad”.


Que sea menos.


No estoy de acuerdo, claro que no, con que el presidente haya “sacado al balcón” los supuestos ingresos de Loret, pero tampoco lo estoy con que se oculte el abuso, la explotación, el acoso laboral, la violencia de género, los salarios de hambre, el homicidio no resuelto de comunicadores y un largo etcétera que se vive a diario en el gremio y que, aunque no es cosa menor, no es “noticia” porque es el diario vivir de la mayoría de los que ejercemos esta profesión.


Y de eso, poco o nada se habla.


En este mitote nadie tiene del todo la razón. Lo lamento.


Loret se extralimitó en exhibir a José Ramón, el hijo del presidente, y la forma en la que vive porque al final del día lo que cada quien haga con su vida personal y familiar no nos importa, máxime que el llamado “hijo desobediente” del primer mandatario no tiene vela alguna en la política. Muy su vida, muy su lana y muy su proceder.


Pero el presidente, hay que decirlo, “nos pasó a barrer” a todos porque dentro de su enojo (entendible, claro que sí) olvidó que Loret es solo una pieza, solo una mínima parte del gremio que, en su mayoría, no la pasa de lo mejor y sortea el peligro un día sí y el otro también.


Y de eso nadie habla hasta que ocurre el homicidio, el abuso, la inequidad.


En lo personal me da lo mismo lo que haga Loret.


Sí, también muy su vida.


Sólo que hay historias más allá de Loret.


Esas usted no las conoce. Ojalá el presidente o algún político también las contara.


POR CIERTO…


En días pasados di a conocer a través de un video que aquí en el puerto jarocho se quiere tapar mi voz (o mis letras) por considerar que algunos textos que he escrito ofenden a la señora Patricia Lobeira de Yunes.


Han sido muchas las personas que han estado al pendiente de mi situación, lo cual agradezco enormemente.


Me han comentado, además, que la diputada María Josefina Gamboa, quien siempre enarbola la bandera del “feminismo” y se dice defensora de los periodistas, no ha dicho “esta boca es mía” sobre mi tema.


El chiste se cuenta solo. Jamás haría algo así.


Por ese feminismo trasnochado y esa defensa ficticia de quienes pueden ser víctima de una injusticia es que hay temas que escalan más que otros aunque no tengan ni por asomo la misma relevancia.


Lo mío sí fue un intento de abuso de autoridad, más que eso: fue una burla.


¿Y si la supuesta demanda resulta ser un invento para querer espantar “con el petate del muerto”?
No vaya siendo, porque entonces las cosas sí estarían mal, muy mal….

CD/YC

* Las opiniones y puntos de vista expresadas son responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de Cambio Digital.

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