Mar 22, 2024 / 23:16

Caso Colosio: Entre ruido electoral, expedientes manoseados

Adán Cabral Sanguino

El asesinato de Luis Donaldo Colosio Murrieta se considera el magnicidio más inquietante en México desde 1928, cuando mataron al entonces mandatario electo Álvaro Obregón, quien ya había gobernado el país en el periodo 1920-1924. Curiosamente, ambos eran sonorenses, nacieron en febrero y sus homicidios siguen envueltos en el misterio.

Por eso, a 30 años de este crimen de Estado, como lo catalogó el presidente Andrés Manuel López Obrador, el caso Colosio está de nuevo en la conversación pública. Y es que, desde 1950, la historia política del continente americano ha quedado con profundas cicatrices a raíz de los magnicidios de personajes como John F. Kennedy, Ernesto “Che” Guevara, Luis Carlos Galán, Luis María Argaña y, recientemente, Fernando Villavicencio.

Pero volviendo al asunto que nos ocupa, el cual ya fue juzgado, sentenciado y cerrado en el 2000, su historia judicial puede narrarse entre fiscalías especiales, información que fluye de manera fragmentada e investigaciones sin continuidad. El principal sospechoso, Mario Aburto Martínez, sigue preso en el penal de máxima seguridad de Almoloya de Juárez; su abogado buscó, infructuosamente, su liberación conforme a los treinta años de condena por homicidio que estipula el código penal de Baja California. Sin embargo, Aburto Martínez fue juzgado con el Código Penal Federal en 1994 que permitió imponerle una pena de 45 años. Incluso, Luis Donaldo Colosio Riojas, hijo del extinto político y actual candidato a senador por Movimiento Ciudadano, pidió al titular del poder ejecutivo que indulte a Mario Aburto, argumentando que dicha acción permitiría a su familia y a México sanar y ser un camino hacia la reconciliación, toda vez que las autoridades buscan reabrir el caso en cada periodo electoral para sacar ventaja política. Interesante posverdad de la cual, tangencialmente, él mismo se beneficia.

En este entorno de verdades a medias y mentiras verdaderas, emerge el remake de la Fiscalía General de la República: la hipótesis de un segundo tirador, que busca una orden de aprehensión contra el exagente del desaparecido Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) Jorge Antonio Sánchez Ortega, la cual fue negada por el juez Quinto de Distrito de Procesos Penales Federales. Tal vez, un proceso de apelación debidamente sustentado consiga dicha detención, aunque, ante la opinión pública, parece estar viciado por la referencia a Genaro García Luna, quien fungía como subsecretario de la referida dependencia en 1994. De hecho, la carpeta de investigación SE/003/95 titulada Averiguación previa integrada con motivo del homicidio del licenciado Luis Donaldo Colosio Murrieta, ya manejabael citado planteamiento, pero no pudo ser demostrado por el entonces fiscal Pablo Chapa Bezanilla. En 1996, el último fiscal del caso, Luis Raúl González Pérez, después de agotar varias líneas de investigación, concluyó que Aburto actuó solo y desechó la versión del segundo tirador.

Este acertijo histórico ha sido abordado por diversos libros, entre los que destacan: Un asesino solitario (1999) de Élmer Mendoza; La tragedia de Colosio (2004) de Héctor Aguilar Camín; A diez años, Colosio habla (2004) de Luis Colosio Fernández y Samuel Palma César; El segundo tirador (2009) de Constantino Presa, y Aburto. Testimonios desde Almoloya, el infierno de hielo (2017) de Laura Sánchez Ley. En tanto, las películas Colosio: el asesinato (2012), escrita y dirigida por Carlos Bolado [mi favorita, por cierto], y Magnicidio. Complot en Lomas Taurinas (2002), dirigida por Miguel Marte, así como el documental El Caso Colosio (2011), producido por Discovery Channel, y la serie Historia de un crimen: Colosio (2019), de Netflix, son algunas opciones audiovisuales para acercarse a las investigaciones y repercusiones.

Los expedientes de este infausto magnicidio están demasiado manoseados y, si bien, después de tres décadas, un homenaje a la víctima, libre de tintes políticos, representaría un digno reconocimiento a su trayectoria, desafortunadamente, no será así, a causa de las actuales campañas electorales. En lo personal, y sin parecer pesimista, creo que nunca sabremos la verdad, la cual se oculta en medio de posverdades. Como en Fuente Ovejuna, de Lope de Vega, a Colosio lo mataron todos y nadie.

CD/GL

* Las opiniones y puntos de vista expresadas son responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de Cambio Digital.

Otras Columnas: