Jul 17, 2022 / 21:23

Asesinos seriales y feminicidios en México: Una perspectiva sociocultural

Adán Cabral Sanguino

Los contextos socioculturales y económicos determinan, sin duda, el surgimiento de la violencia de género y de los feminicidios. Estos escenarios han sido comunes entre las sociedades norteamericana y canadiense en las décadas de los 60, 70 y 80, con la aparición de asesinos seriales con inclinación al feminicidio, y la mexicana, cuyas mismas circunstancias se agudizaron de los 90 a la fecha.

En el caso de México, a lo largo de la historia moderna, hemos transitado de bandas criminales orientadas a la trata de blancas como “Las Poquianchis” (1954-1963); a la aparición de grupos de asesinos múltiples, en los noventa, verbigracia “Los Rebeldes” y "Los Feminicidas del Campo Algodonero", en Ciudad Juárez, así como "Los Sádicos de Matamoros", y parejas de homicidas de mujeres, entre los que destacan Juan Carlos Hernández y Patricia Martínez, conocidos como "Los Monstruos de Ecatepec" (2012-2018).

Mención aparte merecen los criminales solitarios Macario Alcalá Canchola "El Jack Mexicano" (1960-1962); Ramiro Adame Flores "El Asesino del Río Bravo" (Ciudad Juárez, 1986-1998); Agustín Salas del Valle "El Estrangulador de Mujeres" (1989-1993); Jorge Riosse "El Asesino Serial de la Merced" (1991-1993); Juana Barraza Samperio "La Mataviejitas" (1999-2005); Jorge Humberto Martínez Córtez "El Matanovias" (2011-2016), entre otros muchos más, hasta llegar a Andrés Filomeno Mendoza Celis “El Caníbal de Atizapán” (1991-2021), considerado el mayor feminicida en serie en nuestro país.

Lamentablemente, México y Brasil tienen el primer lugar por feminicidios en el mundo, lo cual nos debe llevar al análisis profundo de las causas. ¿Qué factores determinan el incremento de estos crímenes? Algunos especialistas consideran: atraso en la tecnología de la policía para agilizar la investigación criminalística; hogares disfuncionales; eventos traumáticos en la infancia; cultura individualista; un deficiente sistema de justicia; hartazgo social; falta de educación en la igualdad de género en el hogar; contextos de violencia o crisis económica durante la niñez; los niveles de pobreza, machismo e impunidad, et al.

Dicen que, cuando el dinero falta en el hogar, el amor (y los valores), salen por la ventana. ¿Cómo emanó el actual escenario criminal? Primordialmente, por las crisis económicas nacionales. Después del llamado “Milagro Mexicano” (1940-1970), en 1976, con Luis Echeverría Álvarez, se consumó la primera crisis financiera de alto impacto; en 1982, con José López Portillo, se disparó el desastre económico más severo en la historia nacional desde la época revolucionaria; en 1994, con el modelo neoliberal implementado por Carlos Salinas de Gortari, cuyas funestas repercusiones monetarias se reflejaron en el siguiente sexenio; el Fobaproa de Ernesto Zedillo; en 2009, con Felipe Calderón Hinojosa, se perpetró la peor recesión económica, dejando pobreza y desempleo, y en 2014, con Enrique Peña Nieto, en cuyo sexenio el peso se devaluó drásticamente en medio de una desaceleración financiera, a pesar de haber impulsado aparentes reformas estructurales.

¿De qué manera repercutieron estas recesiones financieras en escenarios de violencia? En la matanza de Tlatelolco en 1968; el “Halconazo” de 1971; el surgimiento de los cárteles en la década de los ochenta para legitimar el discurso oficial de la lucha contra el crimen organizado, la cual permitió al régimen en turno ejercer un férreo y violento control sobre la población civil; la represión colectiva y magnicidio de Luis Donaldo Colosio durante el «salinato»; las masacres de Acteal y El Charco, con Ernesto Zedillo Ponce de León; la violencia extrema en el gobierno de Felipe Calderón, también justificado con una simulada guerra contra el narcotráfico; y los crímenes de lesa humanidad como Ayotzinapa, Tlatlaya y Tanhuato, en la presidencia de Enrique Peña Nieto.

Lo anteriormente expuesto favoreció, indudablemente, el aumento de feminicidios. Y se demuestra que, guardando las debidas proporciones, los contextos de EUA y México han sido similares en el surgimiento de este tipo de delincuentes. La diferencia radica en que en EE.UU. han mermado significativamente las cifras de mujeres ultimadas por los 'serial killers' desde 2000, gracias a los avances en la investigación criminal y forense, y la reducción de estos psicópatas, pero dicho país ocupa actualmente el décimo lugar en feminicidios. En el 2016, último año con datos disponibles, se contabilizaron 1,809 feminicidios, de los cuales el 93% fue cometido por hombres conocidos de la víctima, y el 63% de esos por sus parejas sentimentales.

En México, sucedió todo lo contrario. Desde el 2015 y hasta junio de este 2022 se han registrado 5,908 víctimas de feminicidios, la expresión más grave de violencia contra las féminas. Por ende, el 86% del territorio nacional está bajo alerta por violencia feminicida y desaparición de mujeres y niñas. Mientras tanto, el 10% de reos tienden a ser feminicidas seriales, según la estimación de la criminóloga Mónica Ramírez Cano, quien afirma que podría haber cientos de asesinos múltiples operando en secreto. No olvidemos que México ocupa el sexto lugar de los países con más homicidas seriales.

¿Hay una luz al final de este deplorable panorama? Tal vez. Recientemente, el presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Arturo Zaldívar, acudió al Senado y presentó la propuesta que crea la primera Ley General para Prevenir, Investigar, Sancionar y Reparar el Feminicidio. En dicha conferencia, afirmó que el país vive una "tragedia colectiva" mediante la cual entre 10 y 11 mujeres son privadas de la vida de manera violenta todos los días, por lo que no podemos ser omisos ante esta realidad. Al tiempo.

Estos son algunos factores causales que deben ser analizados por las autoridades, con la finalidad de reducir y prevenir los índices de asesinatos de mujeres, ya que, como lo demuestra la cronología criminal de otros países, la historia tiende a repetirse cuando los contextos socioeconómicos se convierten en caldo de cultivo para el resurgimiento de feminicidas, quienes provienen de nuestra degradada sociedad, no de otro planeta. Y tampoco deben ser motivo de culto o morbo mediático, como si fueran «rockstars», pues lo relevante es visibilizar a las víctimas. Pero ese es tema de otro artículo.

CD/JV

* Las opiniones y puntos de vista expresadas son responsabilidad exclusiva del autor y no necesariamente reflejan la línea editorial de Cambio Digital.

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