Nov 11, 2022 / 09:55

Se impuso Reyes Heroles al Carbonelazo

Una mañana, era fin de semana, después de leer el Excélsior con la famosa columna “Frentes Políticos” de Ángel Trinidad Ferreira, una pieza imprescindible en su vida política, se acercó a platicar. No entiendo, me dijo, la sucesión en Veracruz, su estado, no tiene problema.

No tiene desperdicio el libro titulado “Orfandad el padre y el político” de Federico Reyes Heroles donde habla parte de la vida y obra de su padre el tuxpeño Jesús Reyes Heroles.

Hay muy buenos candidatos. Está Rafael Hernández Ochoa, Arturo Llorente González, y lanzó varios nombres más. Ninguno tiene problema, pero alguien anda inflando a un tal Carbonell de la Hoz, el subsecretario de Gobierno, del cual tengo información terrible. Él no puede ser. El gobernador, subsecretario de Gobierno, era Rafael Murillo Vidal. Lo lógico era pensar que él lo inflaba, lo cual era cierto, pero tenía un aliado en Los Pinos. Pasaron los días, las semanas y la presencia de Carbonell, a quien se le atribuía fomentar grupos de choque, crecía como la espuma en las columnas políticas.

Una noche entré a su recámara y me lanzó, es Echeverría. ¿Cómo?, le pregunté, él está alentando a ese... Pero ¿qué gana?, no lo sé, fue la respuesta. Mañana renuncio a la presidencia del PRI. Sendos whiskys se interpusieron. Yo leía en ese momento a Maquiavelo, uno de los autores de cabecera de Reyes Heroles, me puse exigente y engallado, cuál debe ser en alguien que todavía ronda los veinte años y cree tener el mundo en sus manos. Tú renuncias, salvas tu prestigio y Carbonell es el candidato y gobernador de tu estado. Tu maestro Nicolás Maquiavelo te reprobaría. Reyes Heroles estaba muy enojado, en Veracruz había un solo problema: Carbonell. Yo, muy teórico, le respondí, tienes que encontrar una forma de arrastrarlo. Nos despedimos con cierta tensión, no le gustó mi postura.

Al día siguiente, a eso de mediodía —yo cursaba mi carrera en la tarde, vespertina, porque mis conversaciones nocturnas con el personaje verdaderamente me inhabilitan para llegar a clase de siete, no sé cómo le hacía él para levantarse y cruzar una jornada de 16 horas—, sonó el teléfono, ya le encontré la fórmula, me dijo. Me voy, pero con él.

“Yo como veracruzano nunca voté por él”, fueron las ocho columnas de Excélsior. Según la nota Ángel Trinidad Ferreira, entrevistó a Reyes Heroles justo en los días previos a la postulación. Nunca hubo tiempo para esa entrevista. Nunca se encontraron en el Ambassadeurs, pero Reyes Heroles le habló a Ángel y el prestigiado y hábil columnista comprendió la trascendencia de la declaración.

La mañana siguiente, frente a las ocho columnas de Excélsior, habló Echeverría, estábamos en casa. Mañana voy a Veracruz para calar los ánimos. Muy bien, presidente, pero si es Carbonell yo me voy. La conversación fue breve. Reyes Heroles no fue invitado a la gira. Un presidente del PRI se oponía públicamente al presidente de la República en lo que fue un duelo público, un desafío a la ortodoxia priista de acatar la voluntad presidencial ciegamente. Ganó esa batalla. Finalmente se postuló a Rafael Hernández Ochoa, un abogado digno y cauteloso. Pero la espina estaba clavada. Reyes Heroles saldría del PRI.

CD/JV

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