Pactar no es debilidad política
Los alcaldes entrantes llegan con mucha enjundia de gobernar, pero a muchos se les olvida pactar, y eso no significa corromper a los regidores de oposición, simplemente es de llegar a acuerdos y consensos que están permitidos dentro de la vida democrática.
Es imposible gobernar con una minoría, es un camino peligroso. Pactar les da pereza, pero es un acto de responsabilidad política y cívica.
Hay que pactar un programa de gobierno realista y a la vez ambicioso, y hay que repartir la tarea de gobierno teniendo siempre en cuenta que el crédito o descrédito ante el electorado por la acción de gobierno se repartirá después a partes iguales.
Las mayores dificultades para los acuerdos políticos no proceden tanto del modo como los relacionan con los principios sino de una razón estructural de acuerdo a la cultura política: el dominio de la campaña sobre el gobierno. Hay una oposición estructural entre hacer campaña y gobernar; actitudes que sirven para lo uno dificultan lo otro. Esta contradicción se agudiza cuando se hace campaña con un estilo que dificulta los futuros (e inevitables) acuerdos, como hacer promesas incondicionales o desacreditar a los rivales. La retórica de las campañas forma parte de las prácticas democráticas, pero gobernar es algo diferente, que obliga a pactar y hacer concesiones; quien gobierna necesita oponentes con los que colaborar y no tanto enemigos a quienes desacreditar en todo momento.
Quien gobierna está obligado a tener en cuenta la campaña anterior (aquello a lo que se comprometió) y la siguiente (en la que, lógicamente, desea ser reelegido). Pero el sistema se ha desequilibrado y gobernamos con el mismo espíritu de la campaña, con sus actitudes y vicios. La campaña permanente ha borrado casi por completo la diferencia entre estar de campaña y estar gobernando. Dicho de otra manera: los políticos hacen demasiada campaña y gobiernan demasiado poco.
Como siempre, la democracia es un equilibrio entre acuerdo y desacuerdo, entre desconfianza y respeto, entre cooperación y competencia, entre principios y circunstancias. La política es el arte de distinguir correctamente en cada caso entre aquello en lo que debemos ponernos de acuerdo y aquello en lo que podemos e incluso debemos mantener el desacuerdo.
Los pactos en política son peligrosos. Para muchos pueden ser el reflejo de una situación de debilidad, ya que precisar apoyos externos para conseguir algo suele llevar aparejado tener que hacer renuncias al objetivo final. Eso es a la vez algo bueno y malo: cedes para negociar... pero estás cediendo a fin de cuentas.
Como decía don Amelio Heredia, en la vida hay dos factores, el del vivo y el del pend…
Muchas veces ser de oposición al partido gobernante deja más dividendos. Por ejemplo, Fidel Herrera Beltrán siendo como gobernador Vicente Fox era Presidente y no le tenía qué rendir cuentas en caso de haber ganado Francisco Labastida Ochoa.
A muchos les va mejor siendo oposición. Claro, tienen que hacer un trabajo especial, nada les cae del cielo, que deben hacer entenderse con el mandatario superior y buscar los beneficios para la ciudadanía.
CD/YC
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