Jul 03, 2022 / 07:30

"Llegué a AA con la esperanza de cambiar mi vida"

* Antes de salir tuve la bendición de mis padres y mi familia

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Boca del Río, Ver.- Salida 7 de la mañana en punto. Afortunadamente no me levanté crudo como era costumbre. Tenía cosa rara unos 10 días de sobriedad. El compromiso adquirido era de vida o muerte. Días antes tuve que ir a informar esta decisión a mis padres. Mi madre aún vivía. Fue motivo de felicidad. Me dieron la bendición y ahí empezó el peregrinar.

Nunca, casi nunca era puntual, pero aquel 2 de julio fue la excepción. Con maleta en mano estaba fuera de casa 6:50 am. Llega Jesús, conducto de Dios, y nuestra mirada fue de felicidad. Tanta era mi urgencia o más bien necesidad de estar ya en ese sitio que me estaba olvidando de despedirme de mi esposa, con mi hija ya lo había hecho, aunque era menor de edad, pero regresé a despedirme.

Todo muy bien en el camino. Pasamos a desayunar y en el trayecto Jesús me dijo varias veces que si no me gusta ese lugar veríamos otros, mi respuesta fue "2 de octubre no se olvida", dando entender que mi retorno era tres meses después.

Me tenía que acostumbrar. No iba de vacaciones. Iba a curarme. En mi libreta de apuntes anoté que llegué al Centro de Rehabilitación a las 12:20 pm.

Mi primera impresión al llegar al lugar fue que había llegado al lugar perfecto para mi rehabilitación. Fue terrible la despedida con Jesús, conducto de Dios. Se llevó consigo una parte de mi cuerpo, pero me dejó la inquietud de dejarme La Esperanza

Y lo clásico en estos centros a ponerse bermudas y chanclas. Aquí todos somos iguales. Nada de distinción.

Este día tuve mi primer servicio de lavar trastes. Dormí un rato por la tarde y en la noche tuve mi primera sesión y luego mi primer jalón de orejas que se compensó con la cena. Luego a descansar con la misión de trapear el cuarto al día siguiente. Antes de dormir los tres que estábamos anexados platicamos sobre nuestro historial alcohólico.

CD/YC

Notas del día: