Oct 04, 2021 / 08:01

Evangelio del día 4 de octubre de 2021

Lunes, 4 De Octubre
Lunes de la vigesimoséptima semana del Tiempo Ordinario


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San Francisco de Asís , San Félix Valois
Evangelio según San Lucas 10,25-37.

Un doctor de la Ley se levantó y le preguntó para ponerlo a prueba: "Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la Vida eterna?".

Jesús le preguntó a su vez: "¿Qué está escrito en la Ley? ¿Qué lees en ella?".
El le respondió: "Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con todo tu espíritu, y a tu prójimo como a ti mismo".

"Has respondido exactamente, le dijo Jesús; obra así y alcanzarás la vida".

Pero el doctor de la Ley, para justificar su intervención, le hizo esta pregunta: "¿Y quién es mi prójimo?".

Jesús volvió a tomar la palabra y le respondió: "Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de unos ladrones, que lo despojaron de todo, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto.

Casualmente bajaba por el mismo camino un sacerdote: lo vio y siguió de largo.

También pasó por allí un levita: lo vio y siguió su camino.

Pero un samaritano que viajaba por allí, al pasar junto a él, lo vio y se conmovió.

Entonces se acercó y vendó sus heridas, cubriéndolas con aceite y vino; después lo puso sobre su propia montura, lo condujo a un albergue y se encargó de cuidarlo.

Al día siguiente, sacó dos denarios y se los dio al dueño del albergue, diciéndole: 'Cuídalo, y lo que gastes de más, te lo pagaré al volver'.

¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo del hombre asaltado por los ladrones?".

"El que tuvo compasión de él", le respondió el doctor. Y Jesús le dijo: "Ve, y procede tú de la misma manera".

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

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Bulle Beato Carlos de Foucauld (1858-1916)
ermitaño y misionero en el Sahara
Salmo 52 (Méditations sur les psaumes, Nouvelle Cité, 2002).

La misericordia del divino Samaritano

¡Qué bueno ha sido, divino Samaritano, en restablecer este mundo herido penosamente caído en el camino, envuelto en el fango y tan indigno de las bondades divinas!
Más el mundo es malvado, más surge la misericordia suya. Ser infinitamente bueno con los buenos es mil veces menos admirable que ser infinitamente bueno con seres que, aún colmados con gracias, son ingratos, infieles, perversos. Más somos malvados, más brilla e irradia la maravilla de su infinita misericordia. Esto alcanza para explicar el bien que produce el pecado sobre la tierra y explicar que usted lo permite. Da lugar a un bien incomparablemente más grande: el ejercicio y manifestación de su divina misericordia. Este atributo divino no podría ejercerse sin él. La bondad podría ejercerse sin él y mostrarse sin el pecado. Pero es necesario el mal para que la misericordia pueda ejercerse. ¡Mi Señor y mi Dios, qué bueno y misericordioso es! La misericordia es como el exceso de su bondad, lo que existe de apasionado en su bondad, el peso con el que su bondad gana sobre la justicia. ¡Usted es divinamente bondadoso! (…)
Seamos buenos con los pecadores ya que Dios es tan bueno con nosotros. Recemos por ellos, amémoslos. (…) “Seamos misericordiosos como nuestro Padre es misericordioso” (cf. Lc 6,36). Dios “ama la misericordia más que los sacrificios” (cf. Mt 12,

CD/JV

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