Nov 16, 2021 / 08:00

Evangelio del 16 de Noviembre de 2021

¿Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna. Jn 6, 68

Martes, 16 De Noviembre
Martes de la trigésimo tercera semana del Tiempo Ordinario
Calendario ordinario
Santa Margarita de Escocia , Santa Inés de Asís

Evangelio según San Lucas 19,1-10.


Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad.
Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos.
El quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura.
Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí.
Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: "Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa".
Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: "Se ha ido a alojar en casa de un pecador".
Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: "Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más".
Y Jesús le dijo: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham,
porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido".

Extraído de la Biblia: Libro del Pueblo de Dios.

Beato Juan van Ruysbroeck (1293-1381)
canónigo regular
El espejo de la bienaventuranza eterna

“…hoy tengo que alojarme en tu casa.”
Las personas de las cuales te acabo de hablar, se parecen a Zaqueo. Desean ver a Jesús para saber quién es, y por eso se quedan cortos todo razonamiento y toda luz natural. Avanzan, pues, delante de toda la multitud y de la dispersión de las criaturas. Por la fe y el amor suben por encima de su pensamiento, allí donde el espíritu permanece lejos del afecto a toda imagen y libre de todo. Es allí donde Jesús es visto, reconocido y amado en su divinidad. Porque él está siempre presente en todos los espíritus libres y elevados que, amándole, han sido elevados por encima de ellos mismos. Es allí que desborda plenamente en dones y gracias.
Y sin embargo, dice a cada una de ellas: “Baja enseguida, porque una libertad de espíritu elevado no puede permanecer allí si no es gracias a un espíritu de humilde obediencia. Porque es necesario que me reconozcas y me ames como Dios y como hombre, a la vez elevado por encima de todo y abajado por debajo de todo. De tal manera que tú podrás saborearme cuando yo te eleve por encima de todo y más allá de ti mismo, en mí, cuando tu te abajes por debajo de todo y de ti mismo, conmigo y por mí. Es entonces que vendré a tu casa, permaneceré en ella y viviré allí contigo y en ti, y tú, conmigo y en mí.”
Cuando alguien conoce esto y lo saborea siente en sí, baja rápidamente, y no se estimando en nada sino con corazón humilde, decepcionado de su vida y de todas sus obras, se dice: “Señor, yo no soy digno, sino muy al contrario, en la morada de mis pecados que son mi cuerpo y mi alma soy indigno de recibir tu cuerpo glorioso en el Santísimo Sacramento (Mt 8,8). Pero tú, Señor, dame tu gracia y ten piedad de mi pobre vida y de todos mis fallos.”

CD/GL

Notas del día: