Feb 08, 2024 / 19:40

“Estamos viendo al mundo mudar de piel: es el fin de algo”: Renato Cisneros, escritor peruano

Ciudad de México - El drama de un futuro de mayor oscuridad es un drama que están viviendo muchas sociedades en el mundo, no solo las latinoamericanas, pero en este territorio se siente mucho más cerca "porque evidentemente en nuestros países, la agudeza de esas crisis, nos hace sentir que son irreversibles", afirma el escritor peruano Renato Cisneros, quién asegura que fenómenos como la polarización y las fuerzas extremas que entran en colisión, representan el final de algo, aunque ese algo puede ser peor, pues él no es nada optimista.

"El título de la novela alude a mundos que arden, el mundo de la guerra arde igual que el mundo del acabamiento individual. Además, el libro aparece en un momento en el que todos estamos de alguna forma viendo el mundo mudar de piel, asistimos al fin de algo. No sabemos si lo que va a venir será mejor o peor, me temo que no va a ser mejor, pero yo siento que hay una serie de paradigmas que antes nos parecían incuestionables y que hoy han entrado en una franca revisión: la democracia ya no es la democracia de antes, la libertad de expresión tampoco, los derechos humanos tampoco, aquello que antes parecía sólido e innegociable hoy pronto es susceptible de interpretación", asegura el escritor que está en México para presentar esta tarde a las 19 horas, en la librería Gandhi Mauricio Achar su libro "El mundo que vimos arder" (Alfaguara), junto con Julio Patán.

Cisneros afirma que la mejor forma de anticiparnos a lo que va a venir es reconociendo los procesos que hemos vivido, pero tristemente en las sociedades latinoamericanas hay tendencias políticas que intentan ignorar el pasado, "El mensaje puede ser muy peligroso, de alguna forma lo que nos están diciendo es que mirar atrás es subversivo y que como acto de subversión debe ser penalizado y yo creo que lo que más necesitan nuestras sociedades, hoy en día, para anticiparse a ese futuro que se avecina calamitoso, es mirar hacia atrás, mirar qué ha pasado con nuestros muertos, qué ha pasado con nuestras guerras, quiénes son los responsables y ahondar en nuestras heridas, no para paralizarnos, sino precisamente para reconocerlas".

Esa reflexión, que es el contexto de su novela en la que habla de la migración, las guerras internas, pero también las violencias del mundo, las identidades y los nacionalismos, toca también a Mexico, pues reconoce que hoy en día nuestros dos países viven distantes.

"Ahora mismo no tenemos embajador en México, lo retiró el gobierno de Dina Boluarte por sentir que el presidente mexicano intervenía demasiado en la política interna. Siento que Perú hoy está sumido en un agujero negro, la clase política nunca había llegado a estos niveles de miseria, la debacle institucional es generalizada, hemos tenido seis presidentes en cinco años, lo cual denota una inestabilidad que no sería tan trágica si hubiesen alternativas políticas en las cuales creer, pero no las hay, entonces la gente se ha acostumbrado a vivir con anomia todo este proceso, la gente no protesta, la gente no se indigna, está mucho más enfocada en tratar de sacar adelante a sus familias, no gracias a, si no a pesar de los políticos, y porque también hay miedo, cuando la gente salió a protestar, han sido asesinadas 50 personas a inicios del 2023, muertes que el Gobierno no ha reconocido, muertes sobre las que no hay un solo responsable político, de modo, que yo veo con tristeza lo que está sucediendo en el Perú. Veo el país con mucho pesimismo, pero al mismo tiempo no puedo dejar de reconocer el coraje de tantas personas que intentan hacerse un futuro o inventarse un futuro incluso en esas condiciones", afirma Cisneros.

El escritor y periodista que vive en España desde hace más de 30 años y que sigue analizando la situación peruana desde la distancia, a pesar de los prejuicios con que algunos reciben sus textos periodísticos, optó una historia de ficción que no deja de tener a Perú en el centro, el Perú de entre guerras mundial, y sobre todo el Perú actual. Además reconoce que la de su país es una situación muy parecida a la mexicana.

"Las mafias ilegales han crecido de una manera tal que ahora incluso tiene una representación política, la tala ilegal, la minería ilegal, la informalidad educativa, casi son como los mismos problemas que atraviesa México, la delincuencia cada vez más organizada y más violenta, de modo que el pronóstico no es sencillo y solamente queda esperar que una mezcla de suerte y de algunas buenas decisiones generen un cambio, creo que igual a nuestros pueblos las caracteriza una fe enperrada en que aún cuando estás en el subsuelo y aún cuando lo que se viene no, no parezca ser mejor hay gente que cree en sus posibilidades y en las posibilidades de la colectividad. Yo no tengo esa fe, pero sé que hay gente que la tiene", señala y apunta que la radiografía de uno sirve para el otro pais, por desgracia.

"Las recetas que parecen estar funcionando en otros países son recetas de una radicalidad que yo me niego a verlas como recetas aplicables a todas las sociedades, uno mira la región y salvo Uruguay, que siempre está como más allá del bien y del mal, no parece haber un espejo en el cual mirarse con optimismo. Así que lo que va a tocar es rascar dentro de la propia sociedad a ver qué cosas sale, a ver qué liderazgo surge, a ver qué tipo de Justicia se puede encontrar. Y además, creo que todos, de alguna forma, contribuimos a que la escala de violencia aumente, a veces es más fácil echarle la culpa a los gobernantes que aprietan un botón rojo y que determinan un ataque o que inician una guerra, pero hoy todos estamos contribuyendo en alguna medida a incrementar ese círculo de la violencia, en las redes sociales, por ejemplo, entonces quizás nuestra cuota de cooperación con la paz social, pueda tener que ver con dejar esos niveles de agresividad. Hay una poeta italiana, que a mí me gusta citar mucho que se llama Hilda Merini, ella dice: me gusta la gente que elige con cuidado las palabras que no dice. Y tal vez ese sea el desafío más audaz que hoy nos toca a los individuos que estamos atravesando este momento en todas partes del mundo, dejar de opinar de todo, dejar de dejar de decir cosas también que a veces únicamente contribuyen a exacerbar los ánimos y a generar esa violencia de la que tanto renegamos, pero que a veces también condimentamos", dice Cisneros.

El también autor de "Dejaras la tierra" y "La distancia que nos separa", asegura que hoy en el mundo se enfrentan dos tensiones respecto a las migraciones, que es el tema de su novela donde por primera vez habla de su propia migración "privilegiada", por un lado nacionalismos cada vez más tozudos que en nombre de la noción de patria intentan cerrar sus fronteras y generar emblemas tan tóxicos como "América para los americanos" o "España para los españoles", pero por otro lado, hay una pulsión de la generaciones más jóvenes de circular por el mundo, de apropiarse de ese mundo que sienten mucho más propio que el que sentíamos nosotros.

"No me enseñaron a mirar el mundo como un lugar de residencia, por eso creo que a veces los migrantes migramos con culpas, porque dejamos atrás, no solamente la memoria personal, el territorio de la infancia y de la nostalgia, sino dejamos atrás un país, que siempre está a medio hacer lleno de orfandades, incompleto y es inevitable el sentir cierta culpa por dejar atrás ese país", concluye el poeta y conductor de radio y televisión.

Con información de: El Universal

CD/NR

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