Dic 27, 2021 / 09:15

El "tapado"

Es una ciencia, dirían algunos priistas de cepa, la ciencia del destape del candidato presidencial.

Vergara comentó que desde tiempos de Adolfo Ruíz Cortines, aunque ya Plutarco Elías Calles lo había vislumbrado, el destape se ha convertido en el epílogo de un entramado compuesto de engaños, fintas y medias verdades que van acomodando las piezas del ajedrez político a gusto del gran elector, quien busca, medir la lealtad de su sucesor y de sus capacidades.

Este ritual priista no le es ajeno a Andrés Manuel López Obrador, quien con sus actos, muestra fascinación por este invento del surrealismo de la política mexicana.

En la historia reciente de los destapes priistas, fueron de antología los que hicieron Luis Echeverría y Miguel de la Madrid. Las grandes víctimas del dedazo en esos dos procesos fueron Mario Moya Palencia y Alfredo del Mazo.

Fueron los grandes perdedores a manos de José López Portillo y de Carlos Salinas de Gortari.

El último destape de los tricolores lo realizó Enrique Peña Nieto a favor de José Antonio Meade.

Andrés Manuel López Obrador ha impuesto en la agenda pública el escrutinio público de su sucesor con el destape muy anticipado de sus corcholatas y con ello, ha develado que seguirá el mismo periplo que emprendieron en su momento los últimos ocho presidentes priistas.

A partir del anticipado destape, la opinión pública se ha ido con la finta de que Claudia Sheinbaum es la principal aspirante y favorita del tabasqueño.

La placea por todos lados, la saca de la Ciudad de México para llevarla a varias ciudades del interior del país y muestra públicamente su cariño y admiración por ella.

En esta lógica, Claudia Sheinbaum se ha crecido al castigo para convertirse en un clon de su jefe a grado tal que el mimetismo que ha alcanzado es espectacular.

Mientras eso ocurre en la cancha de Claudia, en las otras pistas, la de Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal, han elegido construir otro tipo de méritos. Diríamos que el canciller ha optado por dar resultados en todas las tareas que le asigne el presidente, de su lealtad no se preocupa, porque su jefe la tiene más que comprobada; en cambio, el senador busca convertirse en otra opción ganadora con amarres con disímbolos personajes del espectro político, económico y social, por si sus consentidos no cumplen con las expectativas.

Adán Augusto López Hernández, secretario de Gobernación, no se deja llevar por el canto de las sirenas, al contrario, asume que solo servirá como un instrumento para que el proyecto del Jefe del Ejecutivo se encamine a mantener el poder en 2024, sin embargo, sabe que si el engrudo se hace bolas, él está presto a lo que indique el señor presidente.

CD/JV

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