Ago 21, 2021 / 08:18

Efemérides del Periodismo Mexicano: Leona Vicario

Camila Leona Vicario, heroína insurgente y precursora del periodismo mexicano, murió el 21 de agosto de 1842 en la Ciudad de México y presidió los funerales el presidente de la República, Antonio López de Santa Anna.

No fue sino hasta el 27 de octubre de 1948 cuando el gobierno mexicano decretó que el nombre de Leona Vicario fuera inscrito con letras de oro en los muros del Salón de Sesiones de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión.

María de la Soledad Camila Leona Vicario (éste era su nombre completo) nació el 10 de abril de 1789 en la Ciudad de México. Sus padres cuidaron de educarla bien.

El historiador Luis González Obregón dice en “Heroínas de la Independencia” (1895) que Leona Vicario a la edad de 19 años, huérfana, en medio de un ambiente hostil, improvisa correos, alienta a los tímidos, remite recursos a los insurgentes, protesta morir antes de denunciar los conspiradores, sufre una resignada prisión de la cual logra evadirse para lanzarse en pos de la guerra, llevando consigo una imprenta que produce los pensamientos y aspiraciones de los insurgentes patriotas. Después se la ve sufrir con humildad privaciones y persecuciones en Oaxaca, Guerrero y Michoacán, tras del Congreso de Chilpancingo, apreciada por el generalísimo Morelos y luego de casarse con Andrés Quintana Roo y tener su primera hija en una cueva, el 3 de enero de 1817, en un lugar llamado Achipixtla. Fue la que vendió sus joyas y sus bienes para fundir cañones en Tlalpujahua y caer prisionera con su hija después de tantas desventuras en la Sierra de Tlataya, en un rancho llamado Tlacocuspan, del estado de Guerrero.

La investigadora María del Carmen Ruíz Castañeda habla de Leona Vicario, “la mujer fuerte de la Independencia”, en su ensayo “La mujer mexicana en el periodismo”, y señala que en la causa que se le siguió como rebelde hay “constancia del copioso envío que hacía continuamente a los verdaderos patriotas de fusiles, pistolas, vestuario, papel y cuanto le pedían” (J.J. Fernández de Lizardi, Calendario para el año de 1825. Oficina de don Mariano Ontiveros, México).

Agrega Ruiz Castañeda que consta también que la heroína solicitó con el mayor empeño tener correspondencia con los jefes primeros nacionales, los señores Hidalgo y Allende; y aunque no lo pude conseguir, fue la primera que la tuvo en México en la Junta de Zitácuaro,…; enviaba diariamente al ejército americano que se hallaba en Tenango, noticias muy importantes que adquiría a costa de muchos riesgos y dinero; era el conducto por donde se comunicaban los patriotas de México con los insurgentes; estableció para esto varios correos, hasta que uno de ellos fue interceptado. (Ibid.)

Esto le valió a la señora Vicario el mote que el fiscal le dio durante su proceso de “correspondencia general de los insurgentes”. Pero resulta arriesgado afirmar, como se ha hecho, que las noticias que ella enviaba a los rebeldes, y que tenían el carácter de verdaderos partes militares, hayan sido publicados en los periódicos insurgentes.

Lo que sí es cierto es que al salir huyendo de la capital con sus salvadores, lo hizo con el temerario arrojo de llevar consigo materiales de tipografía y algunos otros objetos interesantes, que tan urgentes les eran a los independientes para sus publicaciones políticas… (J. M. Sánchez de la Barquera, “Biografía de Leona Vicario”, en La Patria Ilustrada, México, 1 de octubre de 1894, p. 470).

Sus raptores salieron de la capital disfrazados de arrieros; ella, de negro; los supuestos cueros de pulque contenían tinta y entre las hortalizas se disimulaban letras de imprenta.

Más tarde, ya casada con Quintana Roo y pacificada la República, Leona Vicario tomó la pluma para defender a su esposo y para responder a las acusaciones infamantes que arrojó públicamente contra su honor de mujer y su prestigio de heroína, el detractor de los héroes de la Independencia, Lucas Alamán.

Estos escritos se publicaron en El Federalista Mexicano entre 1830 y 1831. Merece, pues, Leona Vicario, ser recordada como precursora del periodismo mexicano.

Los ataques contra Leona Vicario fueron publicados en el periódico gobiernista El Sol, apoyado por el Registro Oficial, órgano del Supremo Gobierno presidido por Anastasio Bustamante, quien estuvo en el poder del 1º de enero de 1830 al 13 de agosto de 1832, en que una sublevación de Santa Anna lo arrojó del mando y lo obligó a refugiarse en Europa.

CD/JV

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