Desertificación pone en riesgo a 500 millones de personas

Los estragos que deja la crisis climática se han acelerado en tierras del noreste de Brasil, el norte de China y el norte de África hasta regiones lejanas de Rusia y el suroeste de Estados Unidos
CARNAÚBA DOS DANTAS. La tierra mantuvo a la familia Dantas desde hace más de 150 años, con cultivos de algodón, tallos de frijol que alcanzan la altura de la cadera de un hombre adulto y, cuando llovía lo suficiente, un río que desembocaba en una cascada.
Sin embargo, hace poco, con temperaturas de casi 38 grados centígrados, el río se secó, los cultivos no crecieron y las 30 cabezas de ganado que le quedaban a la familia consumían a prisa la última poza de agua.
Dentro de 15 años, aquí no vivirá ni un alma”, dijo Inácio Batista Dantas, de 80 años. Su nieta, Hellena, de 16 años, escuchó su comentario y lo rechazó. Ella creció aquí. “Yo planeo trabajar esta tierra”, aseguró.
Los científicos concuerdan con su abuelo. Gran parte del extenso noreste de Brasil se está convirtiendo en un desierto, como parte de un proceso llamado desertificación que está empeorando en todo el planeta.
El cambio climático lleva parte de la responsabilidad, pero los residentes locales, para sobrevivir ante realidades económicas adversas, también han tomado decisiones a corto plazo —como talar árboles para la ganadería y extraer barro del subsuelo para la industria azulejera de la región— que han acarreado consecuencias a largo plazo.
La desertificación es un desastre natural que se está desarrollando en cámara lenta en áreas donde residen alrededor de 500 millones de personas, desde el norte de China y el norte de África hasta regiones lejanas de Rusia y el suroeste de Estados Unidos.
Por lo general, el proceso no crea dunas de arena onduladas que evocan el Sahara. Más bien lo que sucede es que las temperaturas más elevadas y una menor precipitación se combinan con la deforestación y el exceso de labranza dejando la tierra seca, sin vida y casi desprovista de nutrientes, sin posibilidad de hacer crecer cultivos o siquiera la hierba que alimenta al ganado.
Esto la ha convertido en una de las mayores amenazas a la capacidad alimentaria de la civilización.
En agosto, el informe más reciente de Naciones Unidas sobre el cambio climático reveló que el noreste de Brasil enfrenta temperaturas cada vez más elevadas, una disminución marcada de aguas subterráneas, y sequías más frecuentes e intensas. Imágenes satelitales y pruebas de campo muestran que 13% de la tierra ya perdió su fertilidad, mientras que casi todo el resto de la región está en riesgo.
La región ya vivió la sequía más larga de su historia desde 2012 hasta 2017, y este año, otra más desecó gran parte de Brasil.
Con información de: Excélsior
CD/GL
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