Feb 06, 2024 / 19:52

¿Dejar de usar popotes realmente ayuda al planeta?

Ciudad de México - Hace sólo unas semanas, la ONU alertó que, de seguir al mismo ritmo, la vida en la Tierra será insostenible para el 2050. Ante esta crisis climática, una acción tan simple como usar popotes biodegradables o eliminarlos por completo, ¿realmente ayuda al planeta? La respuesta parece sencilla, pero nuestro archienemigo de plástico es un poco más complicado de lo que pensábamos.

La punta del problema
Se estima que, desde el comienzo de su producción masiva en 1950, se han generado en el mundo unas 8 mil 300 millones de toneladas métricas de plástico. Algo así como 80 millones de ballenas azules o mil millones de elefantes. Sí, es en serio.

Anualmente llegan al mar unas 8 millones de toneladas de plástico, en su mayoría en forma de microplásticos (fragmentos menores a 5 mm), Su impacto al medio ambiente y a la salud humana apenas comienza a estudiarse. De seguir con este ritmo, advierte la ONU, para 2050 habrá más plástico que peces en el mar.

Gran parte de ello lo conforman los llamados plásticos de un sólo uso, artículos que se utilizan una vez (generalmente por unos minutos) y después son desechados. De ellos, muy pocos llegan a reciclarse (10%) y el resto van a tiraderos donde tardan muchísimo tiempo en degradarse. ¡Un popote tarda 100 años!

¿Puede alguien, por favor, pensar en los popotes?
En realidad, el verdadero villano para los océanos es un ‘personaje’ poco conocido. Según la ONG internacional The Ocean Cleanup, las redes de pesca representan el 46% del plástico en los mares, en su mayoría abandonadas por pescadores ilegales. Estas van atrapando otros desechos y crean una trampa mortal para la fauna marina.

Pero aún dejando de lado a las redes, las pajillas no son el desecho que más flota en los mares. Según The International Coastal Cleanup, ONG que limpia playas y ríos en todo el mundo, los más comunes son las colillas de cigarro, seguidas de envoltorios de comida, botellas, tapas, bolsas plásticas y (¡por fin!) popotes.

Estos utensilios representan menos del 1% de todos los desechos plásticos a nivel mundial. Según datos de Euromonitor, los mexicanos usamos unos 48 kilos de popotes al año. Puede no parecer mucho, pero al ser algo tan ligero, significan muchos.

¿Cómo empezó esta guerra anti-pajillas?

El detonante parece haber sido un video de YouTube, publicado en 2015, que muestra a un grupo de biólogos tratando de sacar un popote de la nariz de una tortuga golfina. Las imágenes muestran cómo el animal sufre, sangra y hasta parece llorar mientras le retiran los 10 centímetros de plástico.

El clip se volvió viral y con ello comenzó una ola mundial de campañas contra los popotes. En México, la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) lanzó en 2018 la campaña “Sin popote está bien”. Diversas organizaciones, empresas y cadenas de la industria alimenticia se sumaron a la iniciativa.

Estefanía Arriaga Ramos, jefa de la Unidad de Gestión Sustentable de Residuos Sólidos de la Secretaría de Medio Ambiente de la Ciudad de México (Sedema), asegura que “sin el video de la tortuga y las campañas que inspiró, la gente seguiría usando popotes indiscriminadamente.

A veces necesitamos ver el impacto de nuestras acciones para cambiar de hábitos. No por dejar de usarlos vamos a salvar al mundo, pero ayuda a generar un cambio”.

¿Qué hacer entonces? ¿Los popotes biodegradables son la clave?
Para la bióloga y funcionaria capitalina, lo más importante es la participación de la ciudadanía. Durante la reciente crisis por los altos niveles de ozono en la CDMX, la primera solución de muchos fue plantar más árboles.

“Eso está muy bien, pero cuando se dijo que había que reducir el uso de autos, muchos se molestaron. Se requiere que la gente cambie de hábitos y sea consciente de que eso puede implicar salir de su zona de confort.

Lo mejor es reducir desechos y buscar opciones más ecológicas. Ya existen popotes biodegradables como los de agave, semilla de aguacate, papel o bambú“, detalla. Además, existen popotes de acero inoxidable o comestibles.

“No pedir un popote en un restaurante o cafetería no cambia nada. No salvamos a las tortugas ni al planeta, pero es un primer paso para crear conciencia sobre el daño que significan los plásticos. Lo realmente importante es eliminar el modelo de ‘usar y tirar’, asegura Miguel Rivas, coordinador de la campaña Océanos de Greenpeace México.

Reformas como las de CDMX, Jalisco, Veracruz y otros estados para prohibir la distribución de popotes, bolsas y otros desechables “abonan a un cambio cultural. Pero es una medida parcial porque se genera ‘basura ecológica’. Ya no de derivados del petróleo, sino de desechables de maíz y otros cultivos. Entonces no cambia el modelo de fondo”, apunta Rivas.

Para la organización ambientalista el mejor residuo es el que no se genera. La verdadera solución sería “cambiar la manera en la que se ofrecen los productos a los consumidores. Se requiere fomentar una economía circular en la que los envases y empaques duren mucho más, sean canjeables, rellenables, y nos impidan generar residuos”.

Entonces, ¿vuelvo a decir sí a los popotes?
¡No, por favor! Aunque reducir o eliminar el uso de estos utensilios no va a salvar por sí sólo al planeta, los expertos coinciden en que es una acción simbólica -sencilla pero necesaria-, que puede ayudar a cambiar nuestros hábitos de consumo, transporte, uso de energía, etc.

Comienza dejando de utilizarlo u opta por opciones reusables o popotes biodegradables. Si ya lo haces, analiza qué otro artículo de plástico o desechable puedes eliminar de tu vida o sustituir por una opción más sustentable.

Con información de: Animal Politico

CD/NR

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