Mar 08, 2024 / 00:40

Cuicuilco: la civilización que quedó sepultada bajo la furia del volcán Xitle

Ciudad de México - Anillo Periférico es una de las vialidades más congestionadas de la Ciudad de México. En un inicio, pretendía abrazar los últimos confines de la capital. Ahora, es una arteria más, que conecta al norte con el sur de la ciudad. En medio de ese caos, de aproximadamente 5 mil coches por hora, se alza un impresionante basamento piramidal en forma de círculo. Ése fue el centro ceremonial de Cuicuilco, una de las primeras civilizaciones del Valle de México.

Llegamos a la zona arqueológica después de navegar el tráfico de Periférico. Nos tomó apenas unos 15 minutos llegar desde la zona centro-sur de la ciudad, en la Alcaldía Benito Juárez, hasta la puerta del lugar. Una vez ahí, me sorprendió lo verdaderamente abierto —por no decir, expuesto— al público que está el yacimiento. Sólo un vigilante de seguridad revisa el ir y venir de los visitantes, que pueden entrar sin costo al espacio. Detrás de sí, se abre un sendero pedregoso que lleva al basamento piramidal.

Entrar a la zona arqueológica de Cuicuilco en primavera es como adentrarse en un clima aparte de la Ciudad de México. El día estaba despejado por completo, y hacía mucho calor. El politólogo Andrey Núñez, doctorante en Ciencia Política en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), guió el recorrido a través de la reserva natural que abraza a las ruinas. Como si lo hubiera hecho toda la vida, monta las piedras volcánicas y camina a través de los matorrales sin lastimarse.

Entre los nopales, suculentas y otras formas de cactáceas que todavía se conservan en el sitio, “es como si viéramos cómo era la Ciudad de México hace 1,700 años”, apunta él. Y es cierto: a raíz de la erupción del volcán Xitle, en las faldas del Ajusco, que gran parte de la actual Alcaldía Tlalpan quedó sepultada en rocas volcánicas. La catástrofe natural fue tal, que “se considera el nacimiento de una nueva era en la historia de Mesoamérica”, documenta el Gobierno de la CDMX.

Sobre todo, porque la erupción del Xitle devasató por completo a los cuicuilcas, una de las civilizaciones “más avanzadas de la época”, según la describe la institución. A diferencia de eventos naturales similares, que emitieron lava suave, este volcán emitió un flujo vigoroso de lava y material incandescente en el año 315 d.C. En la actualidad, sobre estas rocas se alza el Pedregal, una de las colonias de mayor abolengo de la capital.

No hubo manera de que Cuicuilco sobreviviera a tal catástrofe natural. De una manera que los historiadores contemporáneos no se explican, el basamento piramidal que se encuentra en el corazón del centro arqueológico se mantiene intacto. Y no sólo eso: es el único que se ha registrado en forma circular, tan extraña para los pueblos que se asentaron en el Valle de México.

Según los registros del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México, ‘Cuicuilco’ se traduce del náhuatl antiguo como “lugar donde se hacen cantos y danzas”. La institución explica que el desarrollo de esta cultura se dio en la etapa protourbana de Mesoamérica. Es decir, “en un momento previo a la plena urbanización de los asentamientos”. Aun así, alcanzaron un desarrollo urbano y social pocas veces visto en la época.

Aunque Núñez señaló varias veces el lugar en donde se encuentra el basamento piramidal, me costó trabajo distinguirlo: desde lejos, parece un monte más en el parque ecológico, enmarcado por el Periférico en la línea del horizonte. Al llegar al espacio arqueológico, la perspectiva cambia radicalmente: se aprecia con claridad el antiguo basamento piramidal, construido en 3 discos circulares, uno sobre el otro.

Los registros de la Secretaría de Cultura en el sitio sugieren que, en el año 800 a.C., Cuicuilco albergó a cerca de 20 mil habitantes. La ciudad-estado creó el molde que adoptarían las civilizaciones que les sucederían, a nivel arquitectónico y de jerarquía social. Además de múltiples conjuntos habitacionales, Cuicuilco se abasteció de agua con su propio sistema hidráulico. No sólo eso: se sabe que los 8 edificios religiosos que aún se conservan en el sitio —y algunos otros, desperdigados en el sur de la CDMX— obedecen al movimiento de los astros, evidencia de la aguda observación astronómica de los cuicuilcas.

Mientras caminamos a través de la zona arqueológica, nos encontramos por casualidad al arqueólogo Miguel Ángel Santiago quien, junto con sus compañeras, estaba haciendo prácticas de campo con la Escuena Nacional de Antropología e Historia (ENAH). De acuerdo con Santiago, lo que se observa del basamento piramidal “es sólo la parte más alta”, ya que “gran parte de lo que es la estructura, está todavía cubierta por piedra basáltica”.

Se sabe que el basamento piramidal central de Cuicuilco fue una estructura ceremonial por los cráneos que se han encontrado durante las excavaciones del sitio. Muchos de ellos presentan claras señales deformación ritual, que generalmente se aplicaba a las infancias de la realeza.

A diferencia de otros espacios religiosos mesoamericanos, se piensa que éste estaba diseñado para albergar a una gran cantidad de personas en la parte más elevada del edificio. La Pirámide del Sol en Teotihuacan, por ejemplo, tiene un espacio muy reducido en la cima, adonde sólo los sacerdotes de más alto rango podían tener acceso. En Cuicuilco, no: posiblemente, documenta el INAH en el museo de sitio, se hacían eventos de danza y canto masivos.

También es posible, explica Miguel Ángel Santiago, que este recinto elevado se empleara para la observación astronómica. Actualmente, se han descubierto vestigios cuicuilcas desperdigados en el sur de la capital. Todas ellas fueron construidos con piedra, ensambladas con un pegamento antiguo. Específicamente, en los siguientes espacios:

  • En las faldas del Ajusco, otro de los volcanes que coronan a la CDMX
  • A lo largo del Bosque de Tlalpan
  • En el el Espacio Escultórico de la UNAM, donde también está el respiradero del Xitle

Estas estructuras obedecen un acomodo trapezoidal o cuadrangular, detalla el especialista. La única que se construyó en forma de círculo, fue este espacio ceremonial y religioso.

Después de la erupción del Xitle, los arqueólogos piensan que algunos de los antiguos pobladores que huyeron de ahí “contribuyeron al levantamiento de Teotihuacan”. Finalmente, la estructura social es prácticamente idéntica. Lo verdaderamente fascinante es que, incluso en la actualidad, después de miles de años de este espacio alcanzó su máximo auge, los capitalinos siguen usando el basamento piramidal para danza y canto.

“Cuando hay algún evento astronómico”, comparte Núñez, “cientos de jipis vestidos de blanco vienen y bailan ahí”. Particularmente, añade, al inicio de la primavera, o cuando se da solsticio de junio. Es posible que estas personas no saben que el basamento piramidal de Cuicuilco se usaba para eso mismo. Pero algo de este espacio invita a lo mismo, miles de generaciones y de erupciones volcánicas más tarde.

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Con información de: Muy Interesante

CD/NR

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