Oct 06, 2021 / 12:45

Cuentan que eran tantas sus ansias de poder que no tenía límites

Tampoco le importaban las reglas de urbanidad ni de imagen pública. De tal manera que Fidel Herrera no le importaban protocolos, se metía a un velorio como a una fiesta de XV años sin aportar un sólo quinto. No sabía lo que era llevar regalos.

En una ocasión cierto periodista se casa y decide festejar con una cena en un salón de fiestas. Cómo se logró enterar el cuenqueño quien sabe, pero a como pudo abrió la puerta, se topó que ya estaba hablando el padrino de brindis y de inmediato se sentó en una mesa que estaba ocupada agarró una servilleta y anotó su nombre en señal que lo mencionara, una vez pasado ese ritual se salió del evento no sin antes disfrutar de un refresco y ambigú. Así se las gastaba.   

CD/YC

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