Nov 02, 2021 / 04:45

5 cosas buenas que puedes hacer hoy por los demás y que mejorarán tu salud

La amabilidad tiene un impacto directo en el bienestar físico y mental, mientras que ser deshonesto es un factor de riesgo

Portarnos bien con los demás, ser empáticos, amables y altruistas, nos ayuda a tener buenas relaciones con los amigos, con la familia, con la pareja, los hijos… Pero desde hace algún tiempo la ciencia ha empezado a darse cuenta de que la bondad también influye de forma decisiva en nuestra salud.

Está claro que ser amables con los demás nos sienta bien, pero es que, además, puede afectar al equilibrio químico del corazón, entre otras cosas. Ya hace tiempo que se sabe que practicar la bondad nos hace segregar oxitocina, la llamada “hormona del bienestar”, lo que, según algunos estudios, ayuda a expandir los vasos sanguíneos y reduce la presión arterial. La amabilidad se convierte de esta manera en un agente fortificante del sistema cardiovascular. No es casual, quizá, que de las personas bondadosas digamos que tienen “un gran corazón”.

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La empatía influye de forma determinante en el estado de salud de las personas. PeopleImages / Getty Images

Experimento

Cuidar con cariño para vivir mejor

Y así, si hasta hace poco se hablaba, sobre todo, de cómo el estilo de vida, la dieta, el sueño, el ejercicio, el descanso y el acceso a los cuidados médicos eran factores decisivos en la salud de las personas, hoy se sabe que todo ello es una pieza más del puzle y que la bondad es una clave muy importante en nuestro bienestar físico. Tal y como explica la doctora Kelly Harding, profesora de la Universidad de Columbia, en su libro The Rabbit Effect (Simon Schuster), a finales de 1970, una investigación realizada en un grupo de conejos arrojó datos muy interesantes acerca del efecto de la bondad en la salud.

A pesar de que los conejos estudiados eran genéticamente exactos y siguieron las mismas pautas dietéticas −el estudio trataba de ver la relación entre una alimentación rica en grasa y la salud del corazón− un grupo de animales presentó unos indicadores de salud cardiovascular mejores que los del otro grupo, nada menos que de un 60%. La diferencia entre los dos grupos, como se comprobó, fue que el investigador que monitorizaba a uno de ellos era una persona extremadamente cariñosa y amable con los animales. El cuidador no solo alimentaba a los conejos, sino que los sacaba de la jaula, los cogía, les hablaba y los acariciaba cada día. Los investigadores repitieron el experimento con las mismas condiciones, esta vez controladas, y obtuvieron los mismos resultados sorprendentes: la bondad y el cariño del cuidador, y no la dieta, fueron lo que marcó la diferencia.

Tal y como explica Harding en su libro, se estima que los cuidados médicos a los que tenemos acceso hoy en día determinan entre un 10% y un 20% el estado de salud de una persona. El otro 80% o 90% viene dado por cómo somos tratados en nuestro día a día en casa, en el trabajo, en la escuela, en el vecindario, con nuestros allegados y con las personas con las que nos relacionamos habitualmente.

La amabilidad y la bondad influyen en la salud incluso a nivel celular, y pueden llegar a protegernos de infecciones. Un estudio citado por la doctora Harding en su libro expuso a 400 voluntarios al virus de la gripe y halló que aquellos que recibieron abrazos diarios tenían un 32% menos de probabilidades de caer enfermos. Incluso aquellos que contrajeron la gripe pero tuvieron un contacto cariñoso con otras personas mientras tanto, se recuperaron mucho antes que los que no recibieron abrazos.

Efectos fisiológicos

Ser deshonesto es malo para la salud

Y si la amabilidad tiene un efecto tan positivo en nuestro organismo no está de más saber que ser deshonestos y mentir, por ejemplo, expone a nuestro cuerpo a una serie de peligros nada desdeñables. Como explica el investigador y divulgador David del Rosario, autor de El libro que tu cerebro no quiere leer (Urano), un estudio realizado en el 2002 reveló algo sorprendente: el cerebro humano dispone de un “detector de honestidad” situado en la corteza cingulada anterior.

“Hemos descubierto que pensar en algo deshonesto hace saltar nuestro detector de honestidad”, afirma del Rosario. “La honestidad se comporta como un catalizador que hace al organismo adoptar una composición química característica a toda velocidad. Para conocer a las “estrellas del espectáculo” no tenemos más que analizar una muestra de saliva o sangre de una persona que está siendo deshonesta; los focos se prenden ante el cortisol y la testosterona. Estas hormonas se comportan como palomas mensajeras que promueven diferentes procesos fisiológicos que podemos medir.

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El trato humano que recibimos influye muy positivamente en nuestra salud. Sedome

El cortisol es conocido como “la hormona del estrés”, y encontrar niveles elevados en sangre se asocia con un aumento de la presión en las arterias, la aceleración del corazón, agitación de la respiración o dilatación de las pupilas. La otra coprotagonista, la testosterona, es la “hormona masculina” por excelencia (aunque las mujeres también la producen en menor cantidad), y su función es disminuir, entre otras cosas, nuestra empatía con el mundo. Una vez pasado el “episodio deshonesto” todo vuelve a la normalidad, a no ser que encadenemos un acto deshonesto tras otro, ya que en ese caso el cortisol y la testosterona se mantendrían permanentemente en el terreno de juego.

Niveles elevados de estas hormonas de forma “crónica” nos hacen firmes candidatos a padecer desajustes en la tiroides (una glándula con forma de mariposa que tenemos en el cuello e influye en las reacciones químicas que se dan en nuestro cuerpo), trastornos inflamatorios, diabetes o hipertensión arterial, explica este científico.

Consejos

Cinco ideas que aumentarán tu bienestar

Vale la pena, pues, pensárselo dos veces y, aunque solo sea por proteger nuestra salud, empezar a fomentar la empatía y la amabilidad con los que nos rodean. Y para ello no hacen falta grandes gestos. Se dice que Benjamin Franklin comenzaba el día haciéndose siempre la misma pregunta: “¿Cómo podría hoy hacer el bien?” Al final de la jornada, todas las noches, este político y pensador pragmático revisaba cuál había sido su contribución bondadosa al mundo. ¿Y tú? ¿Qué de bueno puedes aportar hoy? He aquí algunas ideas para empezar a ser más amables a partir de hoy mismo:

1. Da las gracias

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El trabajo es un entorno propicio para establecer relaciones de amistad y confianza. dusanpetkovic / Getty Images/iStockphoto

agradecido con todo el mundo, desde el camarero que te sirve el cortado en el bar de la esquina hasta la dependienta malhumorada a la que le cuesta mirarte a los ojos mientras te habla. Piensa en alguna persona que haya sido amable contigo, no importa cuánto tiempo hace de ello, y envíale un mensaje o una nota de agradecimiento manuscrita. Ser agradecido es un buen negocio para ti.

2. Sonríe más

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El simple acto de sonreír disminuye el estrés y redunda en mayor salud y felicidad. nemke / Getty Images/iStockphoto

Como reza la frase del monje tibetano Thich Nhat Hanh, a veces la alegría nos hace sonreír, pero otras veces es la sonrisa la que origina nuestra alegría. Los científicos y los maestros espirituales aseguran que el simple acto de sonreír tiene el poder de transformar el mundo que nos rodea. Además de ser contagiosa, la sonrisa provoca la segregación de ciertos neuropéptidos que disminuyen el estrés y benefician a la salud y a la felicidad.

3. Confía

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Mostrar paciencia, respeto y apoyo es la mejor manera de ganarnos la confianza de nuestros hijos. PeopleImages / Getty Images

Cultivar la confianza puede ser algo tan sencillo como empezar a charlar más con tus vecinos. Un estudio reciente de la universidad de Umea en Suecia ha demostrado que aquellas personas que afirmaban confiar en sus vecinos tenían dos veces mejor salud que aquellas que no compartían esta confianza. Otro estudio de la Universidad de Duke halló hace algún tiempo que las personas de entre 44 y 80 años que mostraban confianza en sus relaciones interpersonales vivían más que aquellas cuyas relaciones tenían menos calidad. ¿Verdad que ahora te apetece un poco más llamar a la puerta de al lado y pedir una tacita de arroz o de sal?

4. Hazte voluntario

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El voluntarido nos hace sentir mejor con nosotros mismos y con eso mejora nuestra salud mental y física. South_agency / Getty

Muchos estudios señalan la relación entre el altruismo y la salud. Por ejemplo, una investigación de la Universidad Carnegie Mellon mostró que las personas que dedicaban regularmente parte de su tiempo a una actividad de voluntariado tenían menos probabilidades de desarrollar problemas de presión arterial o de corazón, entre otros beneficios.

5. No te lo tomes de forma personal

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Solucionar conflictos y desencuentros personales reduce el estrés y la ansiedad. AntonioGuillem / Getty Images/iStockphoto

La próxima vez que tengas un conflicto o un desencuentro con alguien, trata de perdonar. Ya sea una simple discusión con tu pareja o el resentimiento por un agravio antiguo, los conflictos que no resolvemos pueden llegar a afectar mucho a nuestro organismo. Numerosos estudios han demostrado que el perdón puede aportar grandes beneficios, pues contribuye a disminuir la presión arterial, rebaja el riesgo de ataque cardíaco e incluso mejora el sueño y los niveles de colesterol. Estar constantemente enfadados hace que el cuerpo reaccione produciendo cortisol, entre otras cosas, lo que aumenta el riesgo de padecer depresión, diabetes y otras enfermedades. El perdón, en cambio, ayuda a rebajar los niveles de estrés y, por tanto, tiene un fuerte impacto en la salud en general.

Con información de: LaVanguardia.com

CD/YC

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