Mar 16, 2022 / 06:00

📜 Efemérides del Periodismo Mexicano: José María Cos y Pérez

“Desde Sultepec y el 16 de marzo de 1812, (José María) Cos y Pérez rompió el fuego con el escrito que más celebridad le ha dado: El Manifiesto de la Nación Americana a los europeos de este continente; seguido de los Planes de Paz y Guerra”, escribió Ernesto Lemoine Villicaña en José María Cos, escritos políticos, publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México en 1967.

José María Cos y Pérez que probablemente nació en 1770 en Zacatecas y falleció el 17 de noviembre de 1819 en Pátzcuaro, Michoacán, fue definido por el historiador Anastasio Bustamante en los términos siguientes: “La Patria debió mucho al doctor Cos, pero él destruyó con la mano izquierda la obra que había construido con la derecha”.

Doctor en teología por la Universidad de Guadalajara en 1798, era párroco en Zacatecas al estallar la guerra de Independencia. Sospechoso de simpatizar con los rebeldes fue enclaustrado en el convento de San Francisco en Querétaro, donde permaneció entre enero y octubre de 1811.

Viajó luego a la Ciudad de México, donde el virrey Venegas le recriminó su conducta y le ordenó regresar de inmediato al burgo de San Cosme.

En el camino fue aprehendido por un grupo de insurgentes y llevado ante Ignacio López Rayón, quien en febrero de 1812 lo nombró vicario general castrense.

En marzo redactó el manifiesto y los planes mencionados, documentos en los que se establecía que “La soberanía reside en la masa de la nación” y “la no subordinación de América a España”.

Estos papeles fueron quemados por las autoridades virreinales en la Plaza Mayor de la capital de Nueva España.

La siguiente tarea de Cos y Pérez fue fundar El Ilustrador Nacional, cuyo primer número salió a la luz en Sultepec el 11 de abril de 1812; “lo fundó sin elementos, construyendo con sus propias manos una imprenta, labrando en trozos de madera unos caracteres, usando una mezcla de aceite y añil como tinta, poniendo no sólo su inteligencia y sabiduría al servicio de las cosas sino también su inventiva, su trabajo mecánico, su industriosa habilidad”, dice Luis G. Urbina en Antología del centenario, 1910 “eficaz fue la labor de Cos y Pérez como periodista – señala Lemoine Villicaña --.

Se propuso desde luego acallar la ensordecedora gritería que lanzaba a diario la prensa enemiga, bien subvencionada, dotada de personal especializado y difundida profusa y sistemáticamente”.

En la desigualdad contenida, con una mudanza constante, del humilde taller de Cos salieron El Ilustrador Nacional, luego El Ilustrador Americano, que mereció la réplica del bibliógrafo Beristaín, quien publicó a su vez El Verdadero Ilustrador Americano.

Cos, por su parte, respondió en forma pormenorizada y contundente a su adversario el Semanario Patriótico Americano, otro órgano de la insurgencia.

Participa en varios combates, en septiembre de 1813 llega a Chilpancingo y se le designa diputado por Veracruz al Congreso insurgente reunido en esa ciudad.

Se dice que por estar enfermo no suscribió el Decreto Constitucional de Apatzingán, obra de esa asamblea, en 1814.

A mediados de 1815 integra, con Morelos y Liceaga, el triunvirato en el que se deposita el Poder Ejecutivo.

El 20 de agosto rompe con los órganos estatales de la insurgencia y los difama, organiza una fuerza para combatirlos y es apresado por Morelos.

Sentenciado a muerte por un tribunal revolucionario, se le conmuta la pena por prisión perpetua, en el pueblo de Taretan por cárcel.

A la caída de Morelos fue puesto en libertad y participa sin éxito en diversas actividades políticas.

A fines de 1816, enfermo y decepcionado con la insurgencia, que pasa por un mal momento, solicita el indulto y se le otorga en condiciones humillantes.

Nada omitió para desdecirse, más el único premio que tuvo fue el que se le tuviera relegado y vigilado. Pasó el resto de sus años –que ya no fueron muchos—en la población de Pátzcuaro, desde donde años antes expidiera algunas de sus más belicosas proclamas contra el realismo.

Un derrame biliar, producto de uno de sus habituales corajes, y un enfriamiento súbito fueron las causas inmediatas de su muerte ocurrida el 17 de noviembre de 1819, en paz con la iglesia y con el trono, aunque no sabemos si también con su conciencia.

CD/YC

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